Leer a Simenon es una garantía. Pocos escritores con una obra tan extensa tienen el nivel sostenido de calidad literaria que tiene el autor belga. Simenon era una máquina de hacer buenas novelas; entre su obra patronímica y la publicada con seudónimos —hasta 28 se le reconocen— puso en circulación unas quinientas novelas entre largas y cortas, a las que se ha de añadir más de una veintena de escritos autobiográficos y miles de artículos y reportajes para periódicos y revistas. Solo la obra completa firmada como Georges Simenon consta de 27 volúmenes, casi tantos como la Enciclopedia Británica.
Simenon era un fenómeno y así lo reconocieron algunos de sus colegas contemporáneos como André Gide (Premio Nobel de Literatura de 1947), quien, fascinado por su proceso creativo, quiso conocerlo y mantuvo con él una correspondencia casi semanal. Tras convertirse en un ferviente seguidor del inspector Maigret y de la obra de Simenon, Gide escribió en 1941: «Simenon es un novelista genial y el más genuino que tenemos en nuestra literatura actual.»
Yo llevo años leyendo a Simenon de forma intermitente. Es verdad que tras tres o cuatro obras suyas seguidas llego a cansarme y lo abandono. Pero también es verdad que pasado un tiempo añoro el dinamismo, la frescura y el trazo firme con que describe ambientes y personajes, y vuelo a leerlo. Y como tiene una obra tan vasta, no necesito releerlo, siempre hay un nuevo caso del inspector Maigret que seguir o un nuevo personaje de quien descubrir la historia.
Esta vez me he leído Las vacaciones de Maigret (Les Vacances de Maigret, 1948) y El gato (Le Chat, 1966). En el primero, encontramos al inspector Maigret en Les Sables-d’Olonne, un pueblo del litoral atlántico del departamento de Vendée, al sur de Nantes, adonde ha ido con su esposa para pasar las vacaciones. Pero justo llegar, tienen que operar a la esposa de urgencia y Maigret ha de entretenerse solo, paseando por las calles del barrio viejo y deteniéndose aquí y allá a tomar un vasito de vino blanco. La monotonía de la situación se interrumpe cuando, tras una visita a su esposa al hospital, se encuentra una misteriosa nota en el bolsillo.
En El gato, Simenon crea una asfixiante atmosfera de tensión entre una pareja mayor —Émile, 73 años, y Marguerite, 71—, casados de hace poco, que no se hablan desde que ella le mató al gato y él, el loro. Entre ridícula y perversa, la historia nos va descubriendo unos personajes minuciosamente caracterizados a través de la escritura ágil y precisa del autor. Con una mirada irónica y mordaz, pero a la vez, profundamente humana, Simenon nos ofrece una vez más un retrato del mundo cambiante que lo rodea a través de dos personas que lo habitan. Según parece escribió la novela en dos semanas y, como Pedigrí (nota 10-06-2016), está inspirada en la difícil relación que tenía con su madre.
De Las vacaciones de Maigret se hizo una TV Movie dentro de la serie televisiva Maigret, de 54 episodios, que en Francia se emitieron entre 1991 y 2004. De El gato, en el año 1971, Pierre Granier-Deferre hizo una versión cinematográfica protagonizada por Jean Gabin y Simone Signoret. Posteriormente, en el 2016, se hizo una adaptación teatral que se representó con éxito en el popular Théâtre de l’Atelier, de París.