1. Por la sierra de Balced
Jueves. Fèlix me viene a buscar a las 10,45 h y nos vamos al Hospital General de Catalunya, en donde hemos quedado con Natxo a la 11 h. Lo recogemos puntualmente a la salida de la estación de los FFCC y entramos en la AP-7 y, a la altura de Martorell, pasamos a la A-2. Nuestro destino es la sierra de Guara, por la que transitaremos durante cuatro días en nuestra tradicional salida de la segunda Pascua.
La sierra de Guara es la más importante del grupo de sierras que integran el sector central del denominado Prepirineo Exterior aragonés y que va del río Vero a la sierra de Gratal, al norte de Huesca. Como la mayoría de las sierras prepirenaicas, la de Guara está formada básicamente por calizas mesozoicas, profundamente deformadas por los fenómenos orogénicos ligados al plegamiento alpino. A estos materiales calcáreos se superponen paquetes de conglomerados, acumulados al pie de la cordillera pirenaica durante su largo proceso de formación. La gran peculiaridad de esta sierra es que la red hidrográfica, perpendicular al eje de plegamiento, se ha encajado profundamente en los materiales más resistentes ―calizas, areniscas y conglomerados― y ha abierto un conjunto de cañones y barrancos que se han convertido en la gran atracción turística de la zona.
Llegamos al pie de la sierra de Guara al mediodía y, antes de dirigirnos a Bierge, donde tenemos reservado nuestro primer alojamiento, nos detenemos a comer en Radiquero, pueblecito famoso por sus quesos de cabra, que la señora del restaurante nos da a probar.
Después de comer, vamos a Bierge y nos instalamos en el hotel La Era de Conte. Somos los únicos huéspedes y nos tratan de maravilla.
Para hacer boca, Natxo nos ha preparado una visita al barranco de la Peonera, abierto por el río Alcanadre. Pero el acceso al paraje de Los Gradones pasa por una finca particular y el propietario, que nos ha oído llegar, nos echa fuera de malas formas. Retrocedemos y dejamos el coche en una zona de aparcamiento que hemos visto al pasar. Son las seis de la tarde y tenemos que cambiar de destino: en lugar de bajar a Los Gradones, lo haremos a Los Fornazos; un camino que sale del aparcamiento nos llevará hasta allí. Descendemos doscientos metros hasta el lecho del río ―los últimos cien por un sendero vertiginoso―, que al poco ―se nos ha hecho tarde― tenemos que subir. Un buen entrenamiento para mañana.
La ascensión a la sierra de Balced la hacemos desde Rodellar (752 m), por el camino que sale de la ermita de San Lorenzo y sube directo al collado de Balced (1.371 m). Durante la ascensión las vistas sobre Rodellar y el pequeño valle abierto por el Alcanadre entre cañón y cañón son espléndidas y no nos cansamos de admirarlas.
Una vez en el collado, nos asomamos al cañón de Balced, obra del río Isuala. Una brecha de 600 metros de profundidad, de paredes casi verticales, ahora en sombra, de la que no vemos el fondo.
Seguimos por la línea de cumbres hasta el Tozal de Paco Tiesto (1.568 m), cota máxima de hoy. El cañón de Balced nos acompaña en nuestro recorrido aéreo. Toda esta zona culminal está dominada por una formación vegetal baja compuesta por boj y erizón, con presencia también de enebro y coscoja. De árboles hay muy pocos.
Precisamente, aprovechamos la sombra de uno de estos pocos árboles ―por cierto, se trata de un espino blanco enorme― para descansar y comer algo. El árbol está junto a los pozos de nieve de Bagüeste y alargamos la parada para hacerles los honores. Son magníficos; incluso uno de ellos tiene una escalera lateral de piedra que desciende hasta el fondo.
Tras el descanso, subimos hasta la cumbre de Forcas (1.542 m), desde donde nos asomamos por última vez al abismo del cañón de Balced. A continuación iniciamos el descenso por un itinerario que va a buscar el barranco de Fabar, flanquea el de la Glera y llega al Turuezo. Durante este recorrido vemos una serie de crestas espectaculares que la erosión diferencial ha tallado en la roca caliza, plegada por las fuerzas orogénicas hasta quedar dispuesta en capas verticales.
Desde la peña del Turuezo nuestra intención es seguir el sendero que pasa por la cresta rocosa en donde está la ermita de la Virgen del Castillo. Pero no encontramos el desvío y seguimos por la que desciende hasta el fondo del barranco de la Virgen, lo cruza y prosigue por el margen opuesto has el lecho del río Mascún. Hace mucho calor y nos detenemos a refrescarnos en la fuente de Fonciachas.
Por el fondo del barranco de Mascún nos dirigimos a Rodellar, a donde llegamos a las cuatro de la tarde y nos bebemos medio litro de cerveza cada uno. En total, descontando los descansos, debemos de haber caminado unas 6,30 h, con un desnivel de poco más de 800 metros. No está mal para empezar.
Al atardecer, en Bierge, el sol nos regala uno de sus grandes espectáculos.