Por la Serra de Bellmunt

He ido a caminar dos fines de semana seguidos a la Serra de Bellmunt. Primero, con Natxo y Fèlix en una de sus “matinales” que duran entre cinco y siete horas. Ésta duró seis y media. Después volví con Isabel y, teniendo en cuenta que cuando salgo a caminar con ella si empezamos a las once ya es un éxito, hicimos un recorrido mucho más modesto que consistió en transitar por la cumbre y el Bosc de les Fages.

La Serra de Bellmunt tiene el incentivo de estar coronada por un santuario, en cuyas dependencias inferiores hay una hostería y refugio. Una carretera te lleva hasta allí desde Sant Pere de Torelló y, situada a caballo de las comarcas de Osona y del Ripollès, es un lugar muy popular tanto en una como en otra comarca. Yo he ido en repetidas ocasiones ya que constituye un mirador extraordinario sobre la Plana de Vic y sobre las montañas del Ripollès y el sector oriental del Pre-Pirineo y del Pirineo axial. Además, desde allí arriba puede verse un ejemplo de libro de una “combe”, es decir, un valle abierto en el lomo de un anticlinal siguiendo la dirección del eje de plegamiento. Quien ha hecho el trabajo de desgastar la dura capa caliza y encajarse entre cornisas en el extremo occidental de la Serra de Curull es el torrente de Salgueda, un afluente del río Ges, artífice principal del valle de Torelló. Cuando lo sabes ver, es fascinante, porque en este caso la imaginación no tiene que trabajar demasiado para adivinar la charnela superior del pliegue y comprobar la colosal tarea que ha realizado el agua al abrir el pequeño valle, cuyo fondo ahora ocupan prados y sembrados y una casa de payés ―Espaulella.

El itinerario que hice con mis amigos empezó en Sant Quirze de Besora (560 m) después de haber dejado el coche en Torelló y habernos desplazado a esta población en tren. En Sant Quirze cogimos el GR-3, subimos a la Serra de la Cogulera y, un poco más allá de la masía abandonada del Bosquetell, por un pequeño sendero que sale a la derecha, descendimos al fondo del torrente de Bosquetell, lo cruzamos y, por una pista medio abandonada, enlazamos con el PR C-45, que viene de Sant Vicenç de Torelló. Y siguiendo el PR, llegamos al collado de Hi-era-de-massa (1.098 m) y ascendimos al santuario por la cara norte. Si hubiésemos seguido por el GR-3, que lleva a Vidrà, también habríamos llegado al collado por una corta desviación que sale a la derecha del camino.

Desde la cima de Bellmunt (1.247 m) tomamos por un sendero que sigue por la cumbre hasta el final (marcas rojas) y desciende a encontrarse con el PR C-45 a la altura del Collet de les Gargantes (marcas amarillas). Antes de iniciar el descenso encuentras dos senderos (ambos con marcas rojas): el de la derecha enlaza con el PR C-45 por el Bosc de les Fages, y el de la izquierda lleva a Sant Pere de Torelló. Una vez enlazamos con el PR C-45, continuamos hacia Torelló pasando por el collado de Maronta, el cerro dels Tres Batlles, el cerro del Castell y Sant Vicenç de Torelló.

Este itinerario tiene el aliciente de ir viendo cambiar la vegetación a lo largo de los casi 700 m de desnivel, desde el bosque de ribera de la orilla del Ter hasta los robles y las hayas que dominan las cumbres de la sierra, unos subiendo por la vertiente soleada, las otras, por la umbría.  El camino, que se inicia sobre las típicas margas grises de la Plana de Vic, transcurre, primero, por un encinar claro, que pasa a matorral cuando entramos en la solana; vuelve a espesarse a medida que subimos y pasa a un robledal con boj. Cuando atravesamos el torrente de Bosquetell y cambiamos de vertiente, alcanzamos los 900 m de altitud y entramos en el dominio del hayedo. En esta época del año, robles, hayas, arces y orones presentan coloraciones amarillas y rojizas que son una delicia. Por eso volví con Isabel: quería que lo viese; en Mallorca hay paisajes maravillosos, pero no tienen un espectáculo de otoño como éste. Lástima que en una semana el hayedo había perdido muchas hoja y ya no era lo mismo.