Sueño crepuscular, de Edith Wharton

Ya hace algunos días que terminé de leer Sueño crepuscular, de la escritora norteamericana Edith Wharton, y quería redactar una nota, pero no encontraba el momento. Esta mañana, mientras desayunaba, he sabido que era el Día Internacional de la Mujer y he pensado que era la ocasión adecuada para hacerlo y ofrecer mi modesto homenaje a todas las mujeres que han luchado y luchan por sus derechos, y a Edith Wharton en particular. Como dice mi colega Gemma Lienas, feminista tenaz, en el mundo hay el 50% de hombres y el 50% de mujeres, pero las oportunidades de participación no están igualmente repartidas. Y tiene razón. No hace falta fijar la mirada en ámbitos culturales diferentes al nuestro, en donde la mujer es sistemáticamente marginada, para comprobar que la discriminación de género todavía es una realidad. Sin ir más lejos, nuestro mundo laboral ofrece un buen ejemplo de ello.

Sueño crepuscular (Twilight Sleep) se publicó en el año 1927 y creo que su autora debió de escribirla poco antes, aunque no sabría decir exactamente qué me lo hace suponer, quizás el intenso perfume a años veinte que desprende, con personajes, mansiones y modelos de coche que evocan el mundo lujoso, alegre y despreocupado de la clase alta norteamericana que hemos visto representado a menudo en las pantallas cinematográficas y que el crac de 1929 decapitó. Es la primera novela que leo de Edith Wharton y, si bien al principio no me interesaban demasiado ni el ambiente que describía ni sus personajes, a medida que avanzaba el relato, que no la trama, porque trama apenas hay, me fue seduciendo hasta lograr despertarme el deseo de leer y leer para llegar al final.

Sueño crepuscular es básicamente un retrato de personajes y de la esfra social en la que se mueven: la de la aristocracia neoyorquina, constituida, no como en el Viejo Mundo por condes, barones y marqueses, sino por los industriales, empresarios, financieros y profesionales adinerados, que mueven los hilos económicos de una nación joven, surgida de la colonización e integrara por descendientes de inmigrantes. En la atmosfera sofisticada y banal de la élite de la sociedad norteamericana de los años veinte del pasado siglo, Pauline Manford, Lita Wyant y Nona Manford vienen a representar tres modelos de mujer. Pauline es la mujer rica entregada a una actividad social frenética a fin de dar sentido a su vida vacía, que ella llena de tantas citas, reuniones, compromisos y actividades, que la obligan a contar con una secretaria. Lita es la mujer bella y narcisista, cuya existencia gira alrededor de su capacidad de admirar tanto a hombres como mujeres, y que, errática y autocomplaciente, va dejando una estela de dolor. Nona, hija de Pauline, es quien, desde dentro, observa el panorama, lo critica calladamente y participa de él en la medida que forma parte de él, pero con un cierto distanciamiento. Alrededor de estas tres mujeres, los correspondientes hombres: Dexter Manford, abogado de éxito y segundo marido de Pauline; Jim Wyant, joven inmaduro, marido de Lita e hijo de Pauline y Arthur Wyant, su primer esposo; y Stanley Heuston, el amor de Nona, casado con Aggie, y que deambula por la historia como un alma en pena. El tránsito de estos personajes por la novela va tejiendo una sutil intriga sentimental alrededor de Lita, que se resuelve con una grave crisis interna, escrupulosamente enmascarada y silenciada por sus protagonistas, como requiere la más elemental discreción.

Sueño crepuscular es una novela de mujeres, escrita por una mujer inteligente, con gran capacidad de observación, espíritu crítico y sentido de humor, lo que le permite realizar una pintura precisa, llena de ironía, de la sociedad a la que ella misma pertenece. El estilo, sobrio y elegante, resulta de tal modernidad que hace olvidar que han pasado noventa años ―casi un siglo―, desde que la obra fue escrita.

De la extensa producción literaria de Edith Wharton destacan dos títulos: La casa de la alegría (The House of Mirth, 1905) y La edad de la inocencia (The Age of Innocence, 1920), con la que ganó el premio Pulitzar del año 1921. De este último título, Martin Scorsese dirigió, en 1993, una excelente adaptación cinematográfica protagonizada por Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis y Winona Ryder . Ya me he puesto a buscarlos para seguir buceando en la obra de esta magnífica escritora y, por lo que he leído de su biografía, admirable persona.