Este verano me regalaron Sapiens, el gran éxito del historiador israelí Yuval Noah Harari. A mi alrededor todo el mundo lo había leído y precisamente por esto era reticente a hacerlo. No confío demasiado en los best-sellers, sean ensayo o narrativa. Ya sé que es un prejuicio absurdo, pera cada cual tiene sus manías. He cosechado algunos fracasos cuando me he aventurado en el campo del best-seller. Pero debo confesar que también los he disfrutado si he acertado en la elección. Por ejemplo, Éxodo, de Leon Uris, la devoré cuando la leí a los quince o dieciséis años, y a continuación leí con igual entusiasmo Mila 18 y Argameddon; luego me pasó la etapa Uris y ya no he leído nada más de este escritor. Pero guardo un buen recuerdo de las lecturas.
Sapiens, tal como dice el subtítulo, es un breve paseo por la historia de la humanidad hecho con inteligencia y con gran sentido de la síntesis. Como un hábil cirujano, Harari extrae de los 70.000 años transcurridos desde el inicio de la trayectoria cultural del Homo sapiens aquellos acontecimientos que han sido claves para la evolución de la sociedad humana y que agrupa bajo el paraguas de tres grandes revoluciones: la Revolución Cognitiva, la Revolución Agrícola y la Revolución Científica. En la primera, la evolución de nuestro cerebro nos lleva a tomar consciencia de quién somos y a comunicarnos con un lenguaje cada vez más complejo, y este hecho permite la aparición de pequeñas comunidades cooperativas humanas.
En la segunda, la Revolución Agrícola, los humanos aprenden a controlar la producción de alimentos y, en consecuencia, crece la población. Para Harari, este momento es clave en nuestra evolución, porque nos condena a ser esclavos de la tierra y a vivir atados a ella para subsistir. Harari se manifiesta un nostálgico de la libertad de movimientos y de la variedad de recursos de que dispone el sapiens cazador y recolector, y que abandona para pasar a depender de la meteorología y de las plagas y enfermedades que afectan a las cosechas y a los rebaños. Para él, la Revolución Agrícola viene a ser una pérdida, un extravío, que una vez iniciado ya no tiene marcha atrás y dentro del que hemos ido generando estrategias para adaptarnos a él. En el marco de la Revolución Agrícola empezamos a dar forma a la sociedad humana tal como es ahora. Aparecen la propiedad, el comercio, el dinero, la especialización del trabajo y se consolidan las estructuras de poder políticas y religiosas. Todo esto conduce al establecimiento de una división en clases sociales que perdurará hasta nuestros días
La Revolución Científica se produce cuando el Homo sapiens pasa a interpretar el mundo a partir del conocimiento y abandona el mito. Es el momento en que el razonamiento científico empieza a dar frutos en forma de descubrimientos que permiten ampliar territorios y aumentar la riqueza de quien los patrocina. Ante esto, el poder pasa a confiar en la ciencia y a invertir recursos en ella para que progrese. Y con la aplicación de recursos en la investigación científica, ésta ya no se detiene.
De hecho, aún estamos en esta etapa de la civilización, pero en una fase tan avanzada que el propio Harari se estremece y pasa a cuestionar el futuro. Hasta ahora la biología ha trazado las directrices de la evolución de la vida en general, pero en estos momentos nuestro conocimiento nos permite desafiar la biología y controlar la creación de nueva vida a partir de la biogenética. Y todavía más, la ingeniería cibernética puede llegar a diseñar y dar vida a entes completamente inorgánicos, movidos por microprocesadores y capaces de adaptarse a cualquier ámbito. Estamos dejando de ser las criaturas de Dios para convertirnos nosotros mismos en dioses creadores. Y la gran pregunta que se plantea es si a partir de nuestras limitaciones como seres humanos, seremos capaces de administrar el poder enorme que hemos adquirido. Porque, y cito a Harari textualmente, “¿hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben qué quieren?”