Por el litoral de Menorca

El litoral de Migjorn entre Sant Tomàs y cala en Turqueta

Hace unos días estuve en Menorca con unos amigos para hacer algunos tramos del Camí de Cavalls, que da la vuelta a la isla.

Menorca es la más singular de las islas baleares geológicamente hablando. El archipiélago balear es la prolongación mar adentro de las cordilleras Béticas, en concreto de la subunidad Prebética, y desde el cabo de la Nao, en Alicante, hay un fondo marino elevado y alargado del que las islas baleares son los puntos culminantes emergentes. Y esto lo avalan las coincidencias tanto en la estructura como en los materiales entre el levante meridional peninsular y las tierras baleares; con una excepción: Menorca.

Menorca tiene una forma alargada que recuerda una alubia; una línea imaginaria que la recorre por el centro en dirección NO-SE la divide en dos partes bien diferenciadas desde el punto de vista geológico. La mitad sur, el Migjorn, es calcáreo y participa de los trechos comunes con el resto de las islas hermanas, pero en la mitad norte, la Tramuntana, afloran materiales primarios y secundarios, muy antiguos, que no se encuentran en ningún otro lugar del territorio balear. Esto se traduce en un paisaje fuertemente contrastado entre la costa norte de Menorca y la sur.

A fin de que pudiésemos disfrutar de esta diversidad paisajística, Pep nos preparó dos itinerarios por el sur de Menorca y uno por el norte, con una visita al puerto de Maó, que posee la particularidad de ser el puerto natural más grande del Mediterráneo.

La idea inicial era enlazar los dos recorridos de la costa meridional y hacer, un día, de la urbanización de Sant Tomàs a Cala Santa Galdana, y otro, de Santa Galdana al Arenal de Son Saura: en total unos 18 km de costa de Migjorn con los que tendríamos una visión de su belleza y características. Pero un error de estrategia el primer día y una mala predicción meteorológica, el segundo, nos hicieron alterar el plan inicial, que se concretó en dos caminatas: una, de Sant Tomàs a Cala Trabalúger, y otra, de Cala Santa Galdana a Cala en Turqueta.

No obstante, con estos dos recorridos —de unas cinco horas el primero entre ir y volver al aparcamiento de la playa de Binicodrell, en la carretera de Sant Tomàs, y de dos horas el segundo entre el recorrido litoral y alcanzar el aparcamiento de Cala en Turqueta— tuvimos suficiente para gozar de un paisaje espléndido, muy parecido al de la costa de levante mallorquina, con calas de arena blanca al final de los torrentes que surcan la plataforma calcárea, acantilados de una treintena de metros en algunos puntos y fragantes y sombríos pinares, que en cierto momento nos protegieron de la lluvia. Entre las dos caminatas pudimos contemplar y fotografiar las playas de Binicodrell y de Binigaus, Cala Escorxada, Cala Fustam, Cala Trabalúger —meta de la primera etapa—, Cala Santa Galdana, la Macarella y la Macarelleta, recónditas y deliciosas, y la espléndida Cala en Turqueta, en donde rubricamos el viaje a Menorca con un baño que empezó bajo un techo de nubes amenazadoras y acabó con sol.