Lita Cabellut. Retrospective

Admiración. Esto es lo que he sentido ante la obra de Lita Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961). Una admiración que sobrepasa la obra y se extiende a la persona que la ha realizado. Lita Cabellut ha impuesto su voluntad de artista a la vida y la ha vencido. A partir de una irrupción en el mundo en circunstancias poco propicias, su instinto le permite aprovechar un golpe favorable del destino y su sensibilidad e inteligencia la conducen a elegir un camino con convicción y a seguirlo con resolución y confianza hasta convertirse en una gran artista. Los detalles se pueden encontrar en su web —www.litacabellut.com— y me los ahorro. Lo que me gustaría destacar aquí es el triunfo del talento frente a los orígenes, el poder de una voluntad firme y convencida a emprender el difícil camino del arte, en el que tantos y tantos fracasan, y alcanzar la meta del reconocimiento a través de un lenguaje propio y personal, adquirido mediante la observación, el aprendizaje y la experimentación, todo esto destilado en el alambique de la vida vivida con compromiso y pasión.

No, no tengo el placer de conocer a Lita Cabellut, pero me la imagino a través de su pintura, seria y alegre a la vez, de convicciones firmes que mira de transmitir a golpe de brocha i de pincel, sensitiva, fuerte y vulnerable, dura y delicada, a veces feroz, enloquecida por una idea que se resiste a tomar forma, con el mágico misterio de sus orígenes zíngaros en la mirada oscura que te atraviesa, te escruta y analiza, e inmediatamente te retrata. Creo que ha de tener la sencillez rotunda de quien domina la vida —la suya—, el gesto natural y sereno de quien ha encontrado su lugar en la tierra y lo ocupa, la voz cálida y segura de quien sabe lo que ha de decir y cómo decirlo.

Su obra, llena de referencias, habla de ella y la dibuja enamorada del arte y la pintura de los grandes maestros; escenas y retratos mil veces vistos la conmueven y la inspiran, y, mujer de su tiempo, se entrega a transformarlos en una obra singular y propia, claramente contemporánea, en la que se mezclan técnicas y texturas, materiales nuevos y antiguos, que se conjugan con habilidad y acierto. Lo que se muestra en Retrospective son básicamente figuras y retratos, rostros y cuerpos reproducidos a partir de una visión personal, de una emoción que busca comunicarse a través de la imagen plástica. La hoja informativa que te dan en la entrada habla de la consagración de la artista a la belleza, y ciertamente, hasta los rostros más deformes o las formas más abstractas la poseen, tienen una armonía en la deformación y el trazo que hace que los contemples con gusto y obtengas de ellos gozo y confortación.

La de Lita Cabellut es una obra que impresiona por su ejecución excelente y te llena de sensaciones vagas por lo que muestra y expresa; es una obra de lectura inmediata, pero que cala, como la de Freud o Bacon, por citar a dos artistas de los que he  visto obras que me han quedado en la memoria; no hace falta intelectualizarla para poderla valorar, se valora por sí sola, su código de interpretación es intuitivo, como lo es la artista, y creo que en esta conjunción de claridad y excelencia radica la clave de su éxito.

Podéis ver la exposición Lita Cabellut. Retrospective, en los Espais Volart, de la Fundació Vila Casas —c/ Ausiàs Marc, 20-22— hasta el 27 de mayo de 2018. Horario: de martes a sábado 11,00 – 14,00 h / 17,00 – 20,30 h; domingo 11,00 – 14,00 h.

(Fotos bajadas de la web de Lita Cabellut)