Elle

El último y sorprendente film de Paul Verhoeven

De Paul Verhoeven he visto sus tres àxitos más conocidos: Delicias turcas (Turks Fruit, 1973), de la etapa inicial en los Países Bajos, y RoboCop (1987) e Instinto bàsico (Basic Instinct, 1992), de la etapa en los Estados Unidos. Y si bien la primera me pareció intensa y prometedora, las otras dos no dejan de ser productos bien articulados de un cine estadounidense que busca el entretenimiento I que la reflexión. Quizás por esto, porque creía Verhoeven entregado al engranaje comercial del cine norteamericano, que me ha sorprendido tanto Elle (2016).

En primer ligar tengo que decir que Elle es Isabelle Huppert, y no me refiero únicamente al hecho de que sea la actriz francesa quien encarna Michèle, la protagonista, sino que la película es ella y su extraordinaria interpretación. La cámara la sigue constantemente en sus idas y venidas enérgicas y nerviosas por los espacios en los que se desarrolla la trama. El ritmo del fils es el ritmo que ella imprime al personaje; su frialdad, su intensidad, su crudeza y, también, su inquietud impregnan el relato y lo llevan del drama a la comedia con una facilidad y una credibilidad insuperables.

Desde la primera secuencia el espectador es raptado y sacudido por hechos sorprendentes y situaciones convencionales que, con Michèle por en medio, nunca lo son del todo. Porque esta mujer de negocios, separada de un marido atento, con un hijo extraviado, una madre ardiente a pesar de la edad, un padre en la cárcel por múltiple asesinato, una amiga y socia a quien engaña con el marido y un violador que la persigue, no lo es, de convencional. Y en esta relación de personajes no nos podemos olvidar de los vecinos que tiene enfrente de casa: un atractivo bróker y su esposa.

La crítica se ha fijado sobre todo en la forma como Verhoeven vuelve a abordar el tema del sexo, un tema recurrente en su filmografía. Pero Elle no se limita a presentar una gama diversa de prácticas sexuales, sino que se deleita en hacer un dibujo ágil y preciso de los personajes mediante una elección inteligente de las situaciones en las que se manifiestas y unos diálogos directos y concisos. El sexo es un elemento más del mundo dislocado de la protagonista.

En el cartel de promoción se presenta Elle como un thriller, y, ciertamente, a la película no le falta intriga y emoción. Pero tampoco estamos ante un thriller convencional; aquí no hay ni policías, ni detectives, ni periodistas listos, ni sádicos criminales ―el único que sale lleva treinta años encerrado en prisión―, aquí, quien quiere descubrir a su agresor es la propia víctima, Michèle, y sin convertirlo en una obsesión vengativa, sino como una acción más a incorporar a su vida trepidante.

Evidentemente, no revelaré el desenlace; tan solo diré que hay más de uno, y todos ellos sorprendentes y en registros distintos. Al final, todo queda resuelto y los personajes parecen entrar en una fase de sosiego. Quién no está sosegado después de presencia esta historia basada en una novela de Philippe Djian ―Oh...! (2012)― y que Verhoeven lleva a la pantalla con acierto, es el espectador, que necesita unos minutos de calma para digerir todo lo que ha visto.