Atlàntic. Presentación en Mallorca

El pasado 8 de julio presenté Atlàntic en Mallorca y el escritor Sebastià Alzamora tuvo la amabilidad de acompañarme en el trance. Hoy, en esta nota, no escucharéis mi voz, sino la suya hablando de la novela en unos términos que me dejaron aturdido.

Habla Sebastià Alzamora:

«Tuve el gozo, gracias a la generosidad de Josep Lorman, de seguir de cerca, como lector, la evolución de esta novela (magnífica novela, dejadme que lo diga de entrada), Atlàntic. Me alegré sinceramente cuando fue finalista del premio Nèstor Luján, y cuando Josep me avanzó que sería publicada por una editorial de primera línea como Columna. Y me hizo ilusión que él y la editorial me invitasen a practicar, con motivo de la publicación del libro, el género literario de la faja, cosa que, siguiendo un poco la canción de La Trinca, supongo que me convierte en “fajista” (con j) pero nunca en “fascista” (con sc).

«Como autor de la faja, intenté sintetizar en una frase breve mis impresiones sobre Atlàntic, cosa dificilísima porque es una gran novela, de ambición, aliento y alcance largos. No solo por su grosor de casi setecientas páginas (de novelas largas completamente insubstanciales también se escriben y se publican algunas), sino porque es una obra mayor, y querría aprovechar este acto de hoy para remarcar esto: Josep Lorman es un autor vinculado a la literatura infantil y juvenil, y Atlàntic tiene muchos elementos de literatura infantil y juvenil, y esto solo nos viene a demostrar una cosa que ya sabemos o deberíamos de saber, pero que es preciso aún repetir hasta la insistencia: desde la literatura infantil y juvenil es perfectamente posible escribir obras mayores, grandes novelas, clásicos si conviene. Tan posible como desde la novela “para adultos”, porque en realidad (como también se ha dicho a menudo, pero no se suele creer lo bastante), tanta importancia y tanta dignidad tienen como literatura la una como la otra. La literatura, por citar a Oscar Wilde, solo admite una distinción: buena y mala, y Atlàntic es literatura excelente.

«Volviendo a la faja, en ella puse que se trata “de una imponente novela de aventuras, un elogio a la amistad y una cruda denuncia del racismo y la esclavitud”. Lo pienso exactamente así, pero hoy querría ampliarlo un poco. Las aventuras y los viajes son uno de les géneros que aprecio más, porque como suele pasar con todas las cosas (y también con las personas), son grandes precisamente porque son humildes. El género de aventuras y viajes se presenta con humildad, en forma de historias pensadas para entretenimiento, y efectivamente son (cuando están bien contadas, como es el caso) muy entretenidas y muy distraídas. Pero a la vez es el género grande por antonomasia, porque, en él, cuando está bien utilizado (y éste, efectivamente, es el caso) aquello que refleja y narra y vemos pasar es la vida humana, en toda su extensión y profundidad. Desde la Antigüedad hasta la Modernidad, desde la Odisea de Homero hasta el Khadjí-Murat de Tolstoi o el Moby Dick de Melville o El corazón de les tinieblas de Conrad, podemos comprobar lo que digo. Y también lo podemos hacer con Atlàntic de Josep Lorman. El viaje y las aventuras son metáforas de referencia de la existencia humana, porque toda vida humana es una aventura, incluso la más sedentaria y gris en apariencia, es un gran viaje y una gran aventura. Decirlo puede parecer tópico, pero es la pura verdad. Y es desde esta certeza que han sido escritas grandes obras de la literatura universal como las que he mencionado, y que también Josep Lorman ha escrito Atlàntic, mirándose o inspirándose en estos referentes o en estas fuentes. Es bueno ser humildes, como decía hace un momento, pero serlo no significa dispensarnos de la mayor exigencia que seamos capaces de aplicarnos. Ya que nos ponemos a ello, pongámonos con el listón lo más alto que podamos imaginar, y luego ya llegaremos donde lleguemos.

«En la faja hablaba, por otro lado, de una denuncia del racismo y la esclavitud. Lo es, y esto le da a Atlàntic un doble valor añadido, histórico y actual. Histórico, porque pone el dedo en una llaga de la historia moderna catalana que ha sido poco tratada porque no es nada lucida, y que es la historia de los negreros, los prohombres dedicados a la lucrativa actividad del tráfico de esclavos desde África occidental hasta del puerto de La Habana. Pero esto tiene una proyección actual por desgracia muy evidente, en una Europa que ha convertido el Mediterráneo en un cementerio en donde mueren los equivalentes actuales de aquellos esclavos. En este sentido querría llamar la atención sobre el personaje de Djembo, porque con él Josep Lorman opera uno de estos milagros que están reservados a la literatura, y aún a la literatura de aventuras: la rehumanización del débil. Uno de los peores castigos que reciben los excluídos es el de la deshumanización, el hecho de convertirse en un cuerpo sin nombre y sin historia, que primero está vivo y, a continuación, está muerto sin que a nadie le importe. La amistad de Djembo y Marc Badia, grumete del Tritón, el barco negrero que navega bajo las órdenes del capitán Ferrer, tiene la doble virtud de redimir a Marc de un “negocio” del que no se siente parte, y de rescatar a Djembo de esta masa deshumanizada de cuerpos amontonados en la bodega del barco. Más adelante el Tritón será interceptado y detenido por el Charleston, una fragata de guerra británica en la que navega el alférez Simon Flaherty, otro de los grandes personajes de esta novela.

«Las grandes novelas, de hecho, y como es de razón, se hacen con grandes personajes que viven grandes historias, y sobre todo con una gran voluntad de narrarlas por parte del autor. Voluntad y pericia, desde luego, como el capitán de un barco que afronta la zozobra o la deriva en mar abierto. La amistad que se teje entre los personajes mencionados, los encuentros y los desencuentros que los alejan y los vuelven a reunir a lo largo de la vida, son los hitos a partir de los que Josep Lorman resigue y pone a nuestra disposición un itinerario narrativo apasionante. Como buena novela de aventuras, hay amor, hay búsqueda, hay descubrimiento, hay desencanto, hay tensión y momentos de hacernos sufrir, y hay la agradabilísima sensación de habernos enrolado en una historia de aquellas que querríamos que no acabase nunca. Hay, en fin, la bondad humana que sale triunfante, y algunos dirán que esto no es propio de nuestros tiempos, pero yo creo que (aparte de ser un requisito del género) las historias en las que la bondad triunfa son más necesarias que nunca: al fin y al cabo, aunque no pueda parecerlo en un mundo enloquecido, corrupto, desbaratado y tan extremadamente cínico como el nuestro, el bien y el mal existen. No solo el bien y el mal, sino que existe aquello que está bien y aquello que está mal. Y una larga novela de aventuras que no descansa ni un instante de su deber de proporcionarnos placer y, a la vez, nos procura la restitución de la noción de lo bueno y de lo malo para que podamos pensar en ello tras disfrutar de su lectura, es sin duda una gran novela y un lujo que somos afortunados de tener entre las manos. Gracias y enhorabuena Josep Lorman.»

Gracias a ti, amigo Sebastià, por estas palabras tan elogiosas que no sé si merezco, pero que me comprometen a seguir escribiendo con la honestidad y el propósito de superación como he venido haciendo hasta ahora. 

Atlàntic. Josep Lorman. Columna Edicions. Barcelona, 2021. Novela finalista del premio Nèstor Luján de novela histórica.