Anna Gual, o la sinceridad poética

La conocí un atardecer en una entrega de premios al que asistí como perdedor. Me había presentado al premio y el jurado había considerado otra obra mejor que la mía, cosa que ya me ha pasado en otras ocasiones. Hacer acto de presencia como perdedor a una entrega de premios es siempre una posición incómoda. Lo más frecuente es que los perdedores no se presenten a pesar de haber sido invitados y digieran la derrota en soledad. Si tiras de orgullo, descalificando al jurado; si tiras de humildad, con el propósito de seguir y procurar mejorar. Iba solo, como me gusta ir a menudo, y como tampoco conocía a nadie, me instalé en un lugar retirado y discreto del patio de butacas. Y empezó la ceremonia.

No recuerdo bien el orden, pero creo que primero fue la música y luego la palabra. Y la palabra tomó la forma de versos recitados por rapsodas locales, y entre los versos destacaron unos de una forma impensada que me rescataron del ritual protocolario y de la condición de perdedor y me convirtieron en protagonista del momento. Porque las palabras que escuchaba me describían en esa lucha sorda que vivo desde joven y que tanto me está costando conducir a buen puerto ―si es que en algún momento he de llegar a él. Una lucha llena de dudas y vacilaciones, de desconfianzas e incertezas, de aciertos y desaciertos. Era como si el poeta ―poetisa, en este caso; pero entonces no lo sabía― me conociera y me hubiese descrito por dentro en un puñado de versos. Acababan de hacerme una radiografía del esqueleto del alma. Y desde aquel mismo momento solo tuve una idea: saber quién era el radiólogo. Por eso, cuando la ceremonia terminó y llegó el momento del lunch, tras felicitar a la ganadora, como corresponde a todo buen perdedor, pregunté a uno de los organizadores quién era el autor del poema Hipertensió, que se había recitado durante el acto. «Es de Anna Gual. ¿Quieres que te la presente?». Y naturalmente, dije que sí.

Anna Gual es espigada y bonita, con una mirada franca y una sonrisa fresca gratificantes, y muy joven ―al menos me lo parece; aunque he de decir que últimamente casi todo el mundo me lo parece. Desconoce la presunción y actúa con la sencillez de un camarada que comparte contigo este paseo por la vida. Nada de languidez impostada, tan recurrente en una poetisa, ni del distanciamiento soberbio tan propio de una diva; pero tampoco parece tímida. Anna es simplemente ella misma; una chica de Vilafranca que escucha el mundo y que se escucha, que explora por fuera y por dentro atenta a una voz que la mayoría no sentimos. Su mejor registro es la sensación transcrita, el sentimiento descrito con la herramienta del lenguaje, el pálpito interior fijado sobre papel en blanco y negro. A menudo tiene bastante con muy poco; pero tampoco yerra si se alarga. Sabe de la mesura y evita la desmesura, tan ajena a ella. Y cuando escribe, medita y no medita, que es una combinación perfecta.

He leído buena parte de su poesía y me gusta, pero no puedo evitar sentir una especial predilección por el poema que vino a rescatarme de la resignación conformada del perdedor para reinsertarme en el camino del reto, del mío y del suyo, que es la escritura, en prosa o en verso, poco importa, pero una escritura sentida y vivida, que te lleva a la hipertensión. Una hipertensión de por vida y que no se trata con medicamentos. 

Hipertensió. (Implosions. La Breu Edicions, Barcelona, 2008). La pressió / sempre ha estat elevada / al nivell en què em moc. // Perquè si no arrisco no visc / i si no visc no té sentit escriure  / i com viuré sense escriure? // Així que la pressió / sempre ha estat elevada / al nivell en què em moc, / perquè vull escriure, i no hi ha escrit sincer / sense que el cap del que escriu / exploti. // I per això tot el que faig / és a pressió i porta problemes, / perquè els problemes / són moviment, són lluita, són motor. // I per això tot el que faig / és a pressió i porta problemes, / perquè els problemes són inspiració. // I el viure surant / que se'l quedi un altre, que jo vull / menjar / terrossos de terra. // I la cuirassa transparent / que la vesteixi un altre, que jo vull / enganxar-me / els dist a cada porta, / que jo vull entrar a un tornado i donar voltes / i tirar-me a un riu cabalós / i que se m'emporti. // La probabilitat de quedar-m'hi / sempre ha estat elevada / al nivell en què em moc, / perquè si vull escriure he de viure i no patir / per si se'm para / el cor.

Para los que quieran conocer la personalidad y la obra de Anna Gual, enlazo con su web.

(Fotos bajadas de internet)